José Luis Trullo.- Que todos los días sigan saliendo a la luz nuevos aforistas de contrastable calidad cuyo nombre nadie ubicaba en el panorama del género más breve no debe dejar de celebrarse: habla de la vitalidad de una modalidad literaria que se renueva sin cesar, creciendo por dentro y por fuera. Es el caso de Antonio Cortijo quien, a tenor de la información que sobre él se nos brinda en la portada de Envasado al vacío, ha pasado en un santiamén de editar guías de viajes a ganar (ex-aequo con Itzíar Mínguez) el prestigioso y prestigiador Premio Internacional José Bergamín de Aforismos, en su octava edición.
No nos encontramos ante una mera carambola del destino: de la lectura del libro se concluye que se trata de un autor dotadísimo para la expresión lacónica, a la cual infunde nueva savia en su denodado afán de -salvo raras excepciones- huir del formulismo tan al uso, encontrando maneras afortunadas de comunicar sentidos certeros en palabras brillantemente medidas. Leamos: "Nos pasamos la vida recorriendo el trecho que va del dicho al hecho (pág. 13), "Incluso los continentes van a la deriva" (pág. 15), "Tender la ropa tiene algo de ofrenda" (pág. 17), "Siempre y Nunca Jamás tuvieron un hijo que llamaron Alguna vez" (pág. 20), "A menudo las promesas no son más que amenazas" (pág. 22)... y así, una tras otro, se suceden los aforismos felices, precisos, sin concesiones más allá de las eventuales caídas, por lo demás comunes a cualquier aforista experto (pues, como a menudo apunta el propio editor, Miguel Ángel Arcas, con su sobrio gracejo granadino, "a todo escribano se le escapa un borrón").
Y es que en Envasado al vacío no encontramos tan solo a un magnífico aforista, sino a un hombre en el mundo, con su lucidez a cuestas, bregando desde que se levanta hasta que se acuesta por extraerle al caos de la existencia alguna brizna de sentido (aunque, como él mismo apunta, "La vida, si tuviera sentido, sería insoportable"... pero, ¿quién le hace ascos a alguna que otra coincidencia elocuente? Eso sí, "El día que todo encaje, ya nada tendrá sentido"). Tanto se esmera el autor en organizar mínimamente el alud de sus experiencias significativas, que si en una página afirma "El orden no es más que un caos simétrico" es porque antes se ha permitido postular la pervivencia de "Las estrictas reglas de la anarquía".
La lectura de Envasado al vacío depara continuas satisfacciones tanto a quien se maneja en el género como al que acaba de llegar a él: "Cada sonrisa engrasa el viejo mecanismo del universo" (pág. 28), "Nos lamentamos de que todo pase, pero ¿qué pasaría si todo (todo) permaneciera?" (pág. 33), "Los secretos mejor guardado son el motor de todo" (pág. 35), "Los goznes no chirrían, nos están diciendo cosas" (pág. 40), "Las infinitas combinaciones se reducen a dos o tres" (pág. 41), "Todo es fugaz menos las consecuencias" (pág. 43), "Nadie sabe nada. Aunque se lo calle" (pág. 44)...Me han llamado especialmente la atención aquellos aforismos que, de manera recurrente, dedica el autor a los pájaros, como una suerte de subgénero en sí mismo. No son pocos, en un volumen de 68 páginas, y no hay ninguno malo: "Cada rama espera su pájaro" (pág. 24), "La sombra de un pájaro se arrastra por el suelo" (pág. 34), "Los pájaros son los únicos capaces de descifrar el día" (pág. 37), "El pájaro se adelanta a la idea del vuelo" (pág. 47)... y el mejor de todos, por su capacidad de dotarlo todo de sentido: "Dios hizo el mundo para que los pájaros tuvieran un lugar donde posarse" (pág. 51). Y es que "Los animales saben mucho más que nosotros porque saben lo justo" (pág. 60); no como los humanos, que ambicionando conocerlo todo, acabamos perdidos en la niebla: "Los claros del bosque a la luz, atestados de gente desorientada en busca de qué" (pág. 58). ¡Ojalá fuésemos lo bastante sabios como para detenernos a tiempo y, como los pájaros, hallásemos en el conocimiento, no una herramienta para dominar el mundo, sino un humilde lugar donde posarnos!
El aforismo es un género cargado de pasado (su origen se remonta a la Grecia clásica), presente (la nómina de aforistas no deja de crecer) y futuros (los que seamos capaces de imaginarle, y algunos más). Aquí queremos desbrozar el camino para explorar algunos de ellos, en diálogo con otras artes y aceptando que, en pleno siglo XXI, la literatura no solo se escribe y se lee: también se recita, se oye y se ve.
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KRÍPTICAS
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El aforismo
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