AFORISTAS: Eliana Dukelsky: "El aforismo es el germen de la creación"

Desde que obtuviese el II Premio Internacional José Bergamín de Aforismos por La lengua y el espejo, Eliana Dukelsky (Buenos Aires, 1982) ha practicado la escritura aforística de manera constante y creciente, investigando sus conexiones con otros géneros (el fragmento, el diario) y perfilando una voz propia y reconocible. En títulos como Crianza o Electra destronada, la exposición pudorosa de las propias perplejidades no está reñida con la elaboración meditada de ideas de validez autónoma.

1. ¿Cómo empezó su relación con el aforismo?

Comencé a escribir aforismos mientras estudiaba Teoría de la Literatura. Allí conocí la poesía de Pizarnik y la de Emily Dikinson, una poesía que me fascinó por su hondura, y, a la vez, su brevedad. También, sobre todo en el caso de Pizarnik, por su reflexión en torno a la identidad, y a la locura. Por esa misma época leí las greguerías ramonianas, esos textos tan lúdicos y poéticos, que nos conectan tan instantáneamente con nuestra imaginación primigenia. Finalmente, los diarios de Cioran me revelaron el aspecto reflexivo, filosófico y diarístico del género.

Esos tres referentes fueron los ejes sobre los que gravitaron mis primeros aforismos.

2. ¿Qué espacio ocupa el aforismo en su práctica creativa?

Me atrevo a decir que los aforismos son la propia inspiración poética; o que la inspiración poética es de corte aforístico. Y es que, al ser pensamientos intuitivos, relámpagos poéticos y cognitivos, son, por lo menos en mi caso, el germen de la creación.

José Bergamín decía que el aforismo era para él el género fuente, el género del que partían, se creaban, los demás géneros. Es lo que ocurre también en mi escritura. En mi último libro (Electra destronada) el aforismo se ha extendido, volviéndose a veces más narrativo, otras más poético; creando formas como el poema en prosa, el fragmento o la nota de diario. Formas todas que conviven y dialogan con el aforismo para contar una determinada historia.

En este sentido, hay una cita que me encanta de Javier Recas que dice que: “estamos hechos de fragmentos laboriosamente enlazados, de rupturas e intermitencias, de instantes irrepetibles que forjan la memoria de nuestro fluir temporal”. La escritura aforística me ha dado la posibilidad de extraer esos fragmentos que somos, trabajar poéticamente con ellos, y ponerlos a dialogar en busca de ese enlace, del sentido de ese diálogo interno, que tiene mucho que ver con la búsqueda de la identidad.

Finalmente, Ramón Eder dice que el aforismo es un diario sin fechas; y Carlos Marzal, una autobiografía abreviada. Estoy bastante de acuerdo con ellos.

3. ¿Qué aforistas le han inspirado más? ¿Cuáles suele releer con provecho?

Como mencioné en la primera pregunta, Alejandra Pizarnik, fundamentalmente en los poemas de El árbol de Diana o Caminos del espejo, que bien podrían ser formidables aforismos poéticos. Y luego, las greguerías ramonianas, los diarios de Cioran y de Jules Renard.

En cuanto a mis referentes contemporáneos: Miguel Ángel Arcas, Isabel Bono, Jordi Doce, y Erika Martínez, entre otros.

4. ¿Cómo valora el estado actual del aforismo español?

Hubo un boom del aforismo a partir de la primera década del siglo XXI con la creación de algunos premios dedicados al género, antologías y libros teóricos sobre él. Creo que ese impulso ha hecho posible la creación de colecciones aforísticas en editoriales que antes no las poseían, y que se conozca un poco más el género en el mundo editorial y académico. Pero aún queda mucho camino por recorrer. No obstante, en cuanto a la creación aforística, como en la creación literaria en general, no creo que el camino pase por la sobreproducción, (los buenos libros necesitan tiempo, así como la buena lectura), sino por el ahondamiento en las poéticas actuales, ricas en su diversidad, y también el diálogo con otros géneros, y con la tradición.

5. ¿Qué tareas pendientes cree que tiene el aforismo por delante, si las tiene?

Creo que las librerías deberían tener un espacio específico dedicado al género aforístico; más editoriales incluir el aforismo en sus colecciones; y que, en general, fuera considerado en el ámbito académico como un género sólido, con una amplia tradición literaria: en nuestro país, con exponentes como Baltasar Gracián, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Unamuno, entre otros; y en el extranjero: Nietzche, Lichtenberg, Cioran, por citar algunos.